No fue necesario explicar a la administración Reagan las doctrinas del “capitalismo de libre mercado realmente existentes”. Esas personas se habían convertido en los mayores virtuosos de ese arte, proclamando las glorias del mercado a quienes vivían en pobreza mientras se jactaban ante el mundo de los negocios de que Reagan había “aportado un mayor alivio ante las importaciones a la industria estadounidense que todos sus predecesores en más de medio siglo” —lo cual resulta demasiado modesto; superó a todos sus predecesores en su conjunto, al “presidir el mayor viraje hacia el proteccionismo desde la década de los años 1930s”, comentó Foreign Affairs en una revisión de la década. Sin estas y otras medidas extremas de interferencia de mercado, parece dudoso que la industria automotriz, de herramientas máquina, o de semiconductores habría sobrevivido a la competición japonesa, o habría sido capaz de abrirse camino hacia las tecnologías emergentes, lo cual habría dado lugar a consecu...
Los distanciamientos más importantes de la doctrina de libre mercado, sin embargo, se dan en otros lugares. Un componente fundamental de la teoría de libre comercio es que los subsidios públicos no deben ser permitidos. Pero después de la Segunda Guerra Mundial, los líderes de negocios estadounidenses preveían que sin la intervención del estado la economía se desplomaría inmediatamente hacia una recesión. También insistieron en que la industria avanzada —específicamente la de aeronaves, aunque la conclusión era más general— “no puede existir de forma satisfactoria en una economía de ‘libre empresa’” y que “el gobierno es su único salvador posible”. Cito la prensa de negocios más importante, que también reconoció que el sistema Pentágono sería la mejor manera de transferir los costos al público. Ellos entendían que el gasto social podía jugar el mismo papel de estímulo, pero no es un subsidio directo al sector corporativo, tiene efectos democratizadores y es redistributivo. El gas...