Última carta de Patrice Lumumba
Patrice Lumumba fue elegido primer ministro de la República Democrática
del Congo, y fue asesinado en 1961, después de un golpe de estado militar
apoyado por el imperialismo estadounidense y belga, lo cual fue admitido por el
Departamento de Estado en 2013.
Querida esposa:
Te escribo estas palabras, sin saber si llegarán a ti, o si estaré vivo
o muerto cuando las leas.
Durante la lucha
por la independencia de nuestro país, nunca he dudado de la victoria de nuestra
sagrada causa, a la cual mis compañeros y yo hemos dedicado nuestras vidas.
Pero lo único que
queríamos para nuestra nación es el derecho a una vida valiosa, a dignidad sin
simulaciones, a independencia sin restricciones.
Esto no fue en
ningún momento el deseo de los colonialistas belgas y sus aliados occidentales,
que recibieron, directa o indirectamente, de manera abierta o disimulada, apoyo
de algunos oficiales de alto rango de las Naciones Unidas, el grupo en que
colocamos nuestra esperanza cuando acudimos a ellos solicitando ayuda.
Ellos sedujeron a
algunos de nuestros compatriotas, compraron a otro e hicieron todo para
distorsionar la verdad y ensuciar nuestra independencia.
Lo que puedo decir
es esto —vivo o muerto, libre o en prisión— no es un asunto mío, en lo
personal.
El asunto
principal es el Congo, nuestra población que no conoce la felicidad, cuya
independencia está siendo pisoteada. Es por ello que nos han encerrado en
prisión y nos han mantenido lejos de la población. Pero mi fe permanece
indestructible.
Sé y siento en lo
profundo de mi corazón que más temprano o más tarde, nuestro pueblo se librará
de sus enemigos internos y externos, que se levantarán como una unidad para
decir “NO” al colonialismo, para enfrentar a un colonialismo moribundo con
intención de ganar la dignidad en un territorio limpio.
No estamos solos.
África, Asia, las poblaciones libres y las poblaciones que luchan por su
libertad en todos los rincones del mundo siempre se colocarán al lado de los
millones de congoleños que no se rendirán en la lucha mientras haya, aunque sea
un colonialista o un mercenario colonialista en nuestra nación. A mis hijos, de
quienes me estoy alejando y probablemente no vuelva a ver, quiero decir que el
futuro del Congo es espléndido y que espero para ellos, igual que a todos los
congoleños, el cumplimiento de la tarea sagrada que consiste en restaurar
nuestra independencia y nuestra soberanía.
Sin dignidad no
hay libertad, sin justicia no hay dignidad y sin independencia no puede haber hombres
libres.
La crueldad, los insultos
y la tortura jamás me obligarán a suplicar piedad, porque prefiero morir con la
frente en alto, con fe indestructible y la creencia profunda sobre el destino
de nuestra nación a vivir en sometimiento y renunciar a los principios que para
mí son sagrados.
Llegará el día en
que la historia hablará. Pero no se tratará de la historia con que se eduque en
Bruselas, París, Washington o en las Naciones Unidas.
Será la historia
con la que se educará en los países que se han librado del colonialismo y de
sus marionetas.
África escribirá
su propia historia y tanto en el norte como en el sur, será una historia de
dignidad y de gloria.
No lloren por mí.
Sé que mi país atormentado será capaz de defender su libertad y su
independencia.
¡Larga vida al
Congo!
¡Larga vida a
África!
Prisión Thysville
Patrice LUMUMBA
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