Con
el abandono de su versión restringida de laissez-faire en la década de los años
1930s, el gobierno británico optó también por una intervención más directa en
la economía nacional. Al cabo de unos años, la producción de herramientas
máquina se incrementó cinco veces, junto con el auge en químicos, acero,
aeroespacial y una hueste de nuevas industrias, “una nueva era de revolución
industrial no anunciada”, escribe el analista económico Will Hutton. El control
estatal de la industria permitió a Gran Bretaña superar la producción de
Alemania durante la guerra, incluso disminuir la diferencia con Estados Unidos,
que en ese momento realizaba su poderosa expansión económica mientras
dirigentes de corporaciones tomaban el control de la economía de guerra
coordinada por el estado.
Un
siglo después de que Inglaterra cambió hacia una forma de internacionalismo
liberal, Estados Unidos siguió la misma senda. Después de 150 años de
proteccionismo y violencia, Estados Unidos se había convertido por mucho en el
país más rico y poderoso del mundo e igual que Inglaterra en tiempos pasados, fue
capaz de percibir los méritos de un “piso parejo”, en el cual podría aplastar a
cualquier competidor. Pero igual que Inglaterra, Estados Unidos tenía reservas de
importancia mayor.
Una
era que Washington usaba su poder para no permitir un desarrollo independiente
en otras latitudes, como lo había hecho Inglaterra. En América Latina, Egipto,
el sur de Asia y el resto del mundo, el desarrollo sería “complementario”, no
“competitivo”. Hubo también una interferencia de gran escala en el comercio.
Por ejemplo, el Plan Marshall de ayuda estaba condicionado a la compra de
productos agrícolas estadounidenses. Es por ello que la participación de granos
estadounidense en el comercio mundial se incrementó de menos de 10 por ciento
antes de la guerra a más de la mitad para 1950, mientras las exportaciones de
Argentina se redujeron en dos tercios. La ayuda estadounidense Food for Peace también fue utilizada
para subsidiar la agroindustria y el embarque de Estados Unidos para comerciar
a precios por debajo del costo de producción y así afectar a productores
extranjeros, entre otras medidas destinadas a impedir el desarrollo
independiente. La virtual destrucción del cultivo de trigo de Colombia mediante
el uso de estos métodos es uno de los factores que contribuyeron al crecimiento
del narcotráfico, mismo que ha sido acelerado en la región andina por las
políticas neoliberales en tiempos recientes. La industria textil de Kenia colapsó
en 1994 cuando la administración Clinton impuso una cuota, destruyendo la senda
hacia el desarrollo que había sido seguida por cada país industrializado,
mientras que los “reformadores africanos” han sido advertidos de que deben
conseguir mayores progresos en la mejora de las condiciones para las
operaciones de negocios y deben “sellar las reformas de libre mercado” con
políticas de comercio e inversión que satisfagan los requerimientos de los
inversores occidentales.
Estos
son solamente ejemplos ilustrativos presentados de manera aleatoria.
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