Malestar muy generalizado durante las primeras horas de vigilia. Me molesta todo, incluso el ir y venir de mi mascota, Clara. Al caminar, el impacto de sus uñas contra el piso, genera ruido; de pronto se sacude. Después de beber dos tazas de café, acompañadas de un pan que mi madre octogenaria hace en el horno, tomo un desayuno nutritivo, un tazón de avena hervida en agua con pasitas y fruta. De pronto, me veo en la necesidad de dirigirme al baño, debo evacuar mis intestinos. Mi madre se encuentra en su habitación, al percatarse de que me he dirigido a la segunda planta, apaga la televisión para dirigirse a la cocina. Mi malestar me hace imaginar que esa anciana desecha la avena que quedó en el tazón que yo usaba para ingerirla, sabiendo bien que eso no va a suceder. No obstante, siento frustración y furia, que se incrementa al imaginar una situación en otro momento y en otro lugar (algo absolutamente irreal) en la que intento plantear a la mujer que encabezaba el departamento al...