Liberación, me deshago de una pesada carga

 

Hace menos de una semana, retiré escritos de la red (publicados en forma de blogs) sobre personas que me hicieron daño. No me refiero a cosas menores, sino a actos cargados de malicia, perfidia, cometidos con intención de causar el mayor daño posible. Los individuos que cometieron esas infamias estaban perfectamente bien identificados, se mencionaban sus respectivas identidades en los escritos, e incluso había colocado etiquetas que hacían posible que al buscar en internet, algún usuario encontrara esa información.

En otros casos, configuré los espacios (blog) de modo que no sea posible leer los escritos, que los textos estén disponibles solamente para el autor y personas invitadas (que usarían una contraseña para ingresar al espacio en cuestión).

¿Por qué, cuál es la intención de retirar esa información?

Para responder esa interrogante, sería apropiado indicar primero, ¿cuál sería la intención de publicar información sobre esos malos individuos?

Ellos me atacaron con saña, con intención de hacerme el mayor daño posible, por diversas razones; ninguna justificada. Esos individuos padecen patologías narcisistas (se trata de los mencionados en la entrada anterior), o en otro caso (tres médicos psiquiatras), además de adolecer de ese narcisismo, contaban con otras motivaciones para intentar destruirme o por lo menos intentar arruinarme.

No pocas personas van por la vida intentando perjudicar a otras, pasando por alto que al hacer tal cosa, transgreden reglamentos, normatividad o la ley, lo cual no les importa porque confían en un sistema que permite todo tipo de violaciones a esos reglamentos, normas y leyes y esa cultura de impunidad es un caldo de cultivo para un deterioro social e individual que convierte las vidas de muchas personas en una pesadilla perpetua, o en un verdadero infierno.

Idealmente, una persona evita hacer daño a otros, violar la ley, todo lo que tiene que ver con eso, y su motivación no es el temor a las consecuencias a que esos actos indebidos pudieran dar lugar. Evita perjudicar a otras personas porque ha internalizado valores inculcados desde su infancia, asume responsabilidades, se deja guiar por la ética y no por la obediencia; mucho menos por el temor.

Pero en una cultura en la que priva la impunidad (mi país cuenta con uno de los peores sistemas de procuración de justicia de todo el mundo) en la que la mayor parte de las violaciones a reglamentos, normatividad y leyes no se castigan, muchas personas optan por hacer cosas indebidas, causándose un daño irreparable a sí mismas (a lo cual tendrían todo el derecho), pero también a muchas otras personas; eso es lo que resulta verdaderamente lamentable.

Mi motivación para pegar golpes psicológicos a los canallas que me han violentado, ha sido lograr que se haga justicia. Hay una delgada línea entre justicia y venganza, y si cruzo esa línea, no me importa mucho. No soy la clase de persona que busca hacer daño a nadie, sino al contrario. Me considero empático –de hecho, voy por la vida con una actitud filantrópica, dispuesto a ayudar a cualquier persona en problemas, en la medida de mis posibilidades, sin esperar nada a cambio-, pero cuando alguien me ataca sin motivo, con saña, si de mí depende, lo que hizo no quedará impune.

Esas personas a las que exhibí en la red, enfrentaron consecuencias diversas, que posiblemente les hicieron comprender que refranes populares como no hay enemigo pequeño contienen una gran sabiduría, y fueron estúpidos (además de despreciables canallas) al atacar a alguien que no es débil, y ser incapaces de entender que su impunidad no estaba garantizada.

Leyendo a Erich Fromm (mi filósofo y psicoanalista favorito), he encontrado con que la venganza resulta indeseable, es propia de individuos incapaces de llevar una vida productiva. Según él, quien lleva una vida productiva, se orienta a eso, a continuar por una senda de productividad, y esa postura le permite superar los agravios, seguir adelante, y dejar que la vida se encargue de hacer justicia.

Si yo continuara tomándome la justicia por propia mano, o vengándome, me quedaría anclado en mi modesta embarcación, incapaz de navegar hacia nuevos destinos, atrapado en mi propia destructividad, y entonces ya no necesitaría más enemigos, pues me encargaría de hacer lo que he sido capaz de evitar, arruinar mi vida.

Además de eso, siempre he considerado despreciables a las personas que van optan por hacer daño a otros, y seguir por la senda de la venganza, representaría un camino de incongruencia; no podría vivir conmigo mismo.

Esa sed de venganza podría ser uno de los mayores obstáculos que encuentro para hacer tantas cosas. A partir de que fui despedido de ese empleo que me proporcionó estabilidad económica y la oportunidad de seguir adelante, hace prácticamente dos años, mi inmovilidad ha sido grave, casi total. No he sido capaz de hacer casi nada y la causa principal parece ser ese estrés postraumático cuyo origen fue haber perdido esa ocupación, la repetición incesante de injusticia, algo que pareció simbolizar mi existencia, casi en su totalidad.

En mi juventud, fui incapaz de llevar una vida productiva por la gravedad de mi neurosis, mi patología. Viví en la oscuridad más absoluta a ese respecto, pues pese a contar con atención psiquiátrica desde los 26 años, los médicos no me informaron (ni a mis padres) sobre la patología que padecía, lo grave que es, ni nada que tuviera que ver con eso. Un intento por destruir a un paciente, o al menos arruinarlo.

Durante el último año, las dificultades causadas por esa injusticia (haber sido despojado de mi empleo) y el estrés postraumático que eso provocó, dieron lugar incluso a afectaciones en mi salud física. Perdí mucho peso y comencé a sentir agotamiento extremo. Pero todavía más importante que eso, resultó muy difícil leer (dejé varios libros sin terminar), escribir en mi blog (lo cual tiene un efecto terapéutico importante) e iniciar mi proyecto, escribir un libro.

En este momento, esta tarde del martes 15 de agosto del año 2023, siento que he superado buena parte de mi grave sintomatología, puedo deshacerme de la pesada carga de resentimiento y odio, y finalmente puedo plasmar mis pensamientos mediante la palabra escrita.

Dirigiré mi energía hacia esa y otras actividades productivas 








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