Ayer miércoles 2 de agosto eliminé un blog en el que
describía al principal de mis antagonistas en ese empleo que perdí hace dos
años, el artífice del acoso laboral de que fui objeto. Modifiqué otro blog (que
era el más importante, en el que escribí durante años) y modifiqué los de otro
espacio (Blogspot) que tienen que ver con todo lo ocurrido en ese periodo en
que trabajé en una empresa farmacéutica.
He quitado un enorme peso de
mis hombros y hoy, tengo una posibilidad real de ser libre.
Platiqué con una de mis
hermanas, cuatro años menor que yo, y le mencioné mis experiencias con una
compañía telefónica (la más importante de mi país), el abuso que se cometió
cuando compré tiempo aire en fecha reciente, y sobre el banco donde guardo el
poco dinero que me queda. También tocamos el tema de mi hermana gemela (nacida
cinco minutos después de mí), a la que no he visto en 20 años, casada con un
individuo narcisista y la afectación que su proceder ha tenido en su relación.
No me parece exagerado suponer que la vida de esa hermana gemela se ha
convertido en una pesadilla; yo no deseo volver a verla, por lo que me hizo en
junio de 2003, siendo manipulada por su esposo narcisista y cobarde, al que
ella veía como a un semidiós.
Le hablé también a mi hermana,
en la llamada telefónica, sobre un vecino en las cercanías de la vivienda que
habito (desde hace casi 42 años) y su cónyuge, que a todas luces padece una
enfermedad mental grave (una psicosis, tal vez una esquizofrenia paranoide) y
temas relacionados.
Quiero pensar que haber
eliminado / ocultado mis escritos en la red (parte de ellos), dé como resultado
una disminución en la intensidad de mis trenes de pensamiento obsesivo y eso me
permita escribir cotidianamente, llevar a cabo una actividad creadora y una vida
productiva.
Algo muy importante debe ser
perdonar a mi madre, linda ancianita a quien la vida le jugó rudo. La
adversidad que se vio obligada a enfrentar desde la más temprana infancia fue
muy severa, tal vez demasiado. Ello dio lugar a que al casarse con mi padre y
tener hijos con él, llevara consigo una intensa furia y resentimiento contra la
vida, que canalizó de manera inadecuada, contra su descendencia, como sucede la
mayor parte de las veces. Con su hijo mayor, y único varón, que soy yo, potencializó
la destructividad del psicópata que tenía por esposo y esa combinación de
factores convirtió mi vida en un laberinto de adversidad, confusión y violencia
que dio lugar a una enfermedad mental grave (del tipo neurosis) que bien pudo
haberme matado, o como mínimo, pudo haberme arruinado.
Sea como sea, logré mucho más
que solamente sobrevivir.
Hoy, a principios de este
octavo mes de un año en el que he llegado a 59 de edad, siento que al asumir
una postura diferente ante la vida, levo anclas, y eso me permite avanzar,
superar la inmovilidad e iniciar una ruta hacia un destino desconocido pero
diferente al que me dirigía; un final desafortunado, muy probablemente trágico.
Comentarios
Publicar un comentario