Pagar a una trabajadora sexual, por amor más que por sexo. Segunda parte
Yo necesitaba expresar cariño, amor a una mujer; eso
mitigaría el sufrimiento a que dio lugar aceptar que Lieba jamás será parte de
mi vida, no volveré a interactuar con ella y por supuesto, eso representa un
duelo. Con esa hermosa psicoanalista había tocado temas de sexualidad, le había
informado sobre mi filia exhibicionista, que me agrada ser observado por
mujeres estando desnudo, en una situación en que ellas no solamente no sienten
malestar o incomodidad, sino al contrario, la experiencia les resulta
agradable.
Cuando le informé de ello a Lieba, esa psicoanalista
que me atendió al comenzar el año 2019 (es decir hace cinco años), 20 años
menor que yo —la mujer más hermosa del mundo— ella respondió que era algo
natural, que era una manera de manifestar una parte importante de mí que tiene
que ver con el modo como decidí vivir, la actividad física cotidiana amalgamada
con hábitos de higiene muy adecuados que me proporcionaban una buena apariencia
y expresar eso como una filia resultaba algo sano y correcto. Su respuesta me
sorprendió y el amor y la admiración que sentía por Lieba se incrementó sin
medida.
Años más tarde, me reencontré con este bellísimo ser
humano y al hablar por teléfono, tocamos temas que tenían que ver con abuso
sexual perpetrado por personal médico de ambos sexos contra pacientes también
de ambos sexos (lo cual me sorprendió en gran medida) y unos meses más tarde,
Lieba me comentó que durante el ejercicio de su profesión, al brindar terapia
psicoanalítica, encontró que muchos de sus pacientes (de ambos sexos)
enfrentaban dificultades muy severas porque sus padres (de ambos sexos) habían
abusado sexualmente de ellos durante su infancia y adolescencia. Resulta que
son más los padres y madres que hacen eso, abusar de sus hijos sexualmente, que
quienes no lo hacen.
El rostro de Lieba es bellísimo, su anatomía también
parece serlo. Expreso así esta idea porque tengo varias imágenes de su rostro,
y una de ellas muestra sus hombros y sus brazos, que son los de una mujer
delgada y femenina, fina, para mí muy hermosa. Surge la interrogante en mi
mente, ¿cómo vive ella su sexualidad? Si piensa que exhibir la desnudez es algo
natural y por lo tanto correcto, sano y benéfico, bajo ciertas circunstancias,
¿hace ella eso? ¿Posa desnuda y comparte sus imágenes con alguien, tal vez en
una red social, o las guarda y evita compartirlas? ¿Cómo saberlo?
Necesito amar a una mujer, aunque sea esporádicamente,
pero por supuesto, hacerlo cotidianamente sería lo ideal. Pero no quisiera
tener que pagar a una trabajadora sexual para expresar mis sentimientos,
obsequiar cariño, afecto y amor con caricias, besos y palabras, y no porque
sienta ningún desprecio por ellas, las trabajadoras sexuales (a quienes de
hecho, considero mujeres lindas, respetables), sino porque resultaría más
satisfactorio vivir ese tipo de experiencias con una mujer a la que conozco,
con quien interactúo con cierta frecuencia, y con quien puedo entablar
comunicación verbal y escrita.
Durante las últimas semanas, ciertos eventos
inesperados me han hecho sentir que el fin de la pesadilla que he vivido
durante décadas ha llegado a su fin, la vida va a devolverme lo que
antagonistas infames me quitaron, intentando destruirme, lo cual no lograron y
en cambio acabaron hechos pedazos.
Intentaré satisfacer esta necesidad mía, tan
importante, tener intimidad con una dama en una situación en la que el afecto,
el amor en forma de caricias, besos y palabras bonitas resultan más importantes
que lo sexual, pero se combinan con la búsqueda del placer intenso y conducen a
instantes de felicidad.
Las perspectivas son muy favorables
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