Pagar a una trabajadora sexual, por amor más que por sexo. Primera parte
Una vez que decidí no volver a buscar a Lieba, mi amada psicoanalista,
cobré conciencia de que esa decisión traería consigo un duelo, profunda
tristeza que da lugar a un dolor psíquico intenso, pero no había manera de
evitarlo. Le había expresado a esa bella joven (20 años menor que yo) que no tenía
intenciones de hacerle la corte, principalmente por la diferencia de edad entre
ella y yo, y lo que pretendía era iniciar una relación de amistad, fructífera
que beneficiaría a ambos en gran medida.
El primer sábado de este mes que termina, febrero,
pagué a una trabajadora sexual por sus servicios, pese a que mi situación
económica es difícil, pues no estoy trabajando; era una necesidad real, no
tanto el sexo, sino abrazar a una mujer, besar su piel, acariciarla, decirle
palabras bonitas, amarla. El sexo era lo menos importante, si bien, la desnudez
resultaría un elemento esencial.
La joven que me atendió dijo llamarse Angélica. Se
despojó de su ropa y negó mi petición, permitirme besar sus labios, sus
mejillas, su cuello. Dibujó una línea con una de sus manos, señalando que por
debajo de sus hombros, su anatomía estaría a mi disposición para acariciarla y
besarla, no así su cuello y su rostro. Jugamos durante algunos minutos, después
ella se dio la vuelta, se tendió boca abajo y me ordenó que acariciara y besara
sus glúteos, diciendo las nalgas. Eso
me agradó y procedí a acariciar, besar y propinar mordiditas leves a esa parte
de su anatomía. Después ella se tendió boca arriba, me pidió que besara sus
pezones, yo procedí a cubrir de besos su abdomen dirigiéndome hacia su monte de
Venus, que ella cubrió con una mano, negándome así el privilegio de unir los
labios de mi boca con los labios mayores de la parte más bella de su anatomía,
pero yo besé los dedos que cubrían esa delicia, y separándolos con delicadeza, logré
mi cometido.
Pasé el resto de esa hora con esta bella trabajadora
sexual en la actividad esperada. Ella me hizo sexo oral (con preservativo), me
pidió que la penetrara y yo insistí en acariciar y besar el resto de su
anatomía. También le pedí que con mi celular (Smartphone) me tomara un par de
fotos desnudo, de frente y de espaldas, y un par de videos haciendo ejercicios
de musculación, planchas, lo cual hicimos.
Angélica
decidió tomar un baño, me permitió observarla y una vez salió de la regadera,
me puse de rodillas, tomé una de sus manos y la llevé a mis labios, propinándole
un beso. Eso pareció conmover a esta bella trabajadora sexual, que entonces
aceptó mi cariño, percibiéndolo correctamente como genuino, no algo fingido.
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