Como organismos vivos, las personas
tienen necesidades fisiológicas básicas que deben ser satisfechas para asegurar
la supervivencia. Estas necesidades—por ejemplo, de alimento, agua y sexo—no
son diferentes en nosotros de las de otros animales en términos de su
naturaleza y origen, Sin embargo, diferimos de los animales inferiores en dos
aspectos. En el primer caso, nosotros no satisfacemos estas necesidades de una
manera “instintiva” esto es, siguiendo patrones rígidos de comportamiento.
Nuestro comportamiento es infinitamente variado y flexible, puesto que es
aprendido por cada individuo en su ambiente único. La otra diferencia es que
somos motivados por un segundo conjunto de necesidades—de naturaleza
psicológica—que son creadas socialmente y varían en gran medida de un individuo
a otro.
Sin embargo, Fromm
sintió que el instinto de búsqueda de la seguridad (escapar a la soledad) y el
instinto conflictivo de libertad (crear el yo) son universales. La elección
entre regresión hacia la seguridad por una parte y el progreso hacia la
libertad, por otra, es ineludible. Todas las aspiraciones humanas están
determinadas por esta polaridad. Fromm postuló la existencia de cinco
necesidades que resultan de esta dicotomía: necesidad de relación, de
trascendencia, de enraizamiento, de identidad, y de marco de referencia.
La necesidad de relación surge de la ruptura de nuestros
vínculos primarios con la naturaleza. En virtud de los poderes de la razón y la
imaginación, el individuo tiene conciencia de su separación de la naturaleza,
su impotencia, y la naturaleza arbitraria del nacimiento y de la muerte. Porque
hemos perdido nuestra relación instintiva con la naturaleza, debemos usar la
razón y la imaginación para crear una nueva forma de relación con otros seres
humanos. La manera ideal de lograr esta forma de relación es mediante lo que
Fromm llama amor productivo, que
incluye el cuidado, la responsabilidad, el respeto, y el conocimiento. Al amar,
una persona se compenetra con el crecimiento y la felicidad del otro, responde
a sus necesidades, y respeta y conoce al ser amado como lo que realmente es.
El amor productivo
puede ser dirigido hacia el mismo sexo (amor fraterno), hacia la fusión y la
unidad con un miembro del sexo opuesto (amor erótico), o hacia un hijo (amor
materno). En las tres formas, el mayor interés es el desarrollo y el
crecimiento del yo de la otra persona.
La trascendencia se refiere a la necesidad
de superar el estado animal-pasivo, que no puede satisfacer al ser humano
porque este cuenta con razón e imaginación. Las personas deben convertirse en
individuos creativos y productivos. En el acto de creación, ya sea de vida (como
tener hijos), u objetos materiales, de arte, o de ideas, el ser humano supera
el estado animal e ingresa en un estado caracterizado por libertad y propósito.
Fromm indica también de manera muy clara que, si la necesidad creativa es
obstruida por cualquier razón, la persona se vuelve destructiva; que esa es la
única alternativa a la creatividad. La destructividad, como la creatividad,
está en nuestra naturaleza. Ambas tendencias satisfacen la necesidad de
trascendencia. La creatividad, sin embargo, es la tendencia primaria.
La necesidad
humana de enraizamiento surge también
de la pérdida de nuestros vínculos primarios con la naturaleza. Como resultado
de esa pérdida, permanecemos apartados y en soledad; debemos establecer nuevas
raíces en nuestra relación con otros para reemplazar nuestras previas raíces
con la naturaleza. Los sentimientos de hermandad con otros, de acuerdo con
Fromm, son la clase de nuevas raíces más satisfactorias que podemos
desarrollar.
Adicionalmente a
las necesidades de enraizamiento y relación, para un sentido de pertenencia,
las personas necesitan un sentido de identidad
como individuos únicos. Existen varias formas de lograr este sentido de
identidad. Por ejemplo, una persona productiva y creativa podría desarrollar
sus talentos y habilidades al máximo, o podría identificarse con un grupo—una
religión, una unión, o una nación—tal vez hasta el punto de conformidad.
La necesidad de un
marco de referencia surge de nuestros
poderes de razón e imaginación, que requieren un marco de referencia para que
cobren sentido entre los fenómenos desafiantes a que estamos expuestos. Debemos
desarrollar una imagen consistente y coherente del mundo mediante la cual
seamos capaces de percibir y comprender lo que sucede a nuestro alrededor. Este
marco de referencia podría estar basado en consideraciones racionales o
irracionales (o una combinación de ambas). Lo importante es la consistencia y
coherencia con que es mantenido.
La manera como son
manifestadas o satisfechas estas cinco necesidades depende de condiciones
sociales y oportunidades brindadas por la cultura. Así, el modo como una
persona lidia o se ajusta con su sociedad es una especie de negociación que el
individuo efectúa entre estas necesidades y las condiciones sociales en que
vive. Como resultado de este ajuste (o serie de ajustes), la persona desarrolla
su estructura de personalidad—a la que Fromm llamó orientaciones o rasgos de
carácter.

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