Fromm nació en
Frankfurt, Alemania, en una familia profundamente imbuida en judaísmo ortodoxo.
Su padre era un hombre de negocios, pero su abuelo había sido rabino y el tío
de su madre un académico talmúdico. Durante su niñez, Fromm fue un devoto
estudiante del Viejo Testamento, cuyo fervor moral lo influenció en gran medida
durante su juventud. Igual que Freud, el joven Fromm fue influido con la
tradición judía de la razón y la actividad intelectual y experimentó el impacto
emocional que implicaba ser parte de un grupo minoritario. Años más tarde,
Fromm cortó toda conexión con religión organizada y se convirtió en lo que él
llamó “un ateo místico”, pero no puede negarse la influencia de sus tempranas
experiencias religiosas.
Se ha escrito poco
sobre la infancia temprana de Erich Fromm. Fue hijo único (lo cual debe dar
pausa a quienes han sido seducidos por la teoría de Adler), y su vida familiar
temprana ha sido descrita como tensa. Él recordaba que su padre era dado a la
melancolía y ansiedad severa y que su madre era proclive a episodios
depresivos.
Si buscamos
experiencias y eventos que pudieron haber presagiado su apreciación de la
humanidad en la edad adulta, tal vez debamos comenzar en una edad más tardía en
el caso de Fromm. Por ejemplo, cuando él contaba con 12 años de edad, fue
afectado severamente por el suicidio de una amiga de su familia, una mujer
hermosa y talentosa. En sus años de adolescencia, le afectaron y confundieron
varias tragedias de esa índole, tanto en lo individual como en lo social, y
particularmente por los horrores de la Primera Guerra Mundial (que comenzó
cuando él contaba con 14 años de edad). La afectación no tuvo su origen
solamente en la muerte de millones (que incluyó a amigos y parientes) en los
campos de batalla de Europa, sino también la atmósfera de odio, histeria y
fanatismo que prevaleció en Alemania.
El creciente
interés de Fromm en la teoría política se vio reforzada por las condiciones
sociales caóticas en Alemania después de la guerra y más tarde, por el ascenso
del nazismo. Fromm asumió una actitud socialista (aunque nunca se afilió al
partido) y estudio en profundidad las ciencias sociales en Heidelberg. Se
compenetró en gran medida con la obra de Karl Marx, de Max Weber, de Herbert
Spencer y de otros líderes teóricos de lo económico, lo social y la política.
Buscando respuestas
al enigma que constituye la motivación humana, Fromm estudió psicoanálisis en
Múnich y en el Instituto Psicoanalítico de Berlín, donde se formó con
lineamientos freudianos ortodoxos. Todavía afectado por el suicidio ocurrido
durante su infancia, Fromm sentía que la postura de Freud “parecía la respuesta
a una experiencia enigmática e inquietante”.
Esta respuesta,
sin embargo, no le resultó satisfactoria durante mucho tiempo. En los años de
la década de 1930, empezó a escribir artículos en los que criticaba a Freud —en
particular, su negativa a admitir el impacto de las fuerzas socioeconómicas en
la personalidad. En 1934, Fromm emigró a Estados Unidos, huyendo de la amenaza
nazi y ahí se asoció con Karen Horney y con Harry Stack Sullivan.
La teoría de Fromm
ha sido presentada —y en este escrito sigue siendo presentada— en un número de
libros ofrecida en un estilo popular, más para el público que para colegas.
Algunos de estos libros han cobrado una popularidad extrema, alcanzando el
estatus de best-sellers. Fromm ha
dado conferencias en varias universidades en los Estados Unidos durante el
ejercicio de su profesión y desde 1951 ha establecido su hogar en la Ciudad de
México. Es profesor en la Universidad de México y director del Instituto
Psicoanalítico Mexicano.

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