Teorías de la Personalidad, Duane Schultz. Capítulo correspondiente a la teoría de Erich Fromm, introducción
Las inclinaciones más nobles del hombre, así como las más indeseables, no son parte de una naturaleza humana rígida y atribuida biológicamente, sino el resultado de los procesos sociales por él creados.
—Erich Fromm
En Erich Fromm
encontramos un teórico a quien se le refiere frecuentemente —con Adler y Horney—
como un teórico socio-psicológico. Como indica la cita de apertura, Fromm
comparte con los teóricos arriba mencionados, un desacuerdo básico con Freud. La
humanidad, argumenta Fromm, no es conducida inexorablemente o formada
inevitablemente por fuerzas biológicas de una naturaleza instintiva. Fromm
también difiere de Freud en lo referente a sexo; Fromm no considera el sexo una
fuerza definitoria en el comportamiento normal o neurótico. En lugar de ello,
Fromm considera que nuestra personalidad es influenciada por fuerzas sociales y
culturales —ambas afectan al individuo dentro de una cultura y esas fuerzas
universales han ejercido una influencia en la humanidad a lo largo de la
historia. Así, el énfasis que él atribuye a las fuerzas sociales determinantes
de la personalidad es más amplio que el que le designan Adler o Horney. Su
objetivo es desarrollar “una teoría de las diversas pasiones humanas
resultantes de las condiciones de la existencia del hombre”. El creer que un
individuo crea su propia naturaleza, Fromm siente que debemos examinar la
historia de la humanidad para poder entender esa creación.
Nótese que Fromm
afirma que las personas crean sus propias naturalezas. Él rechaza la noción de
que somos formados de manera pasiva por fuerzas sociales, argumentando que
nosotros mismos damos forma a esas fuerzas sociales. Estas fuerzas actúan, a su
vez, al ejercer una influencia en la personalidad.
Podríamos decir
que Fromm toma una perspectiva del desarrollo de la personalidad individual más
amplia que la de otros teóricos por su interés en la historia de la humanidad,
así como en la historia del individuo. Es por nuestra historia, argumenta
Fromm, que las personas en la era moderna padecemos sentimientos de soledad,
aislamiento e insignificancia. Nuestras necesidades básicas, por lo tanto, son
escapar a estos sentimientos de aislamiento para desarrollar un sentido de
pertenencia, y encontrar sentido a la vida. Paradójicamente, el incremento en
la libertad que la humanidad ha logrado con el paso de siglos—tanto de la
naturaleza como de sistemas sociales rígidos— ha dado lugar a sentimientos más
intensos de soledad y aislamiento. Demasiada libertad se convierte en una
condición de la cual intentamos escapar.
Fromm cree que los
tipos de conflicto que las personas padecen se originan en la clase de sociedad
que hemos construido. Sin embargo, no estamos condenados a sufrir
irrevocablemente. Lo contrario es cierto; Fromm permanece optimista respecto a
nuestra capacidad para resolver nuestros propios problemas—problemas que
nosotros mismos hemos creado.
A la vez que Fromm
es un psicoanalista (el primero mencionado en esta obra que no cuenta con una
formación como médico), es también un filósofo, un historiador y un
antropólogo. Obtiene sus datos de muchas fuentes más allá del diván analítico,
lo cual dificulta clasificarlo como miembro de una sola disciplina.

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