Siendo de madrugada (las 4 h del viernes 21 de
noviembre del año en curso), me encuentro revisando una traducción que hice de
un capítulo de un libro de la autoría de Duane Schultz, titulado “Teorías de la
Personalidad”. Ese capítulo corresponde a la teoría de Erich Fromm.
Mi problemática es grave. Me refiero a mi salud
mental, siempre ha sido así. Algo positivo ha sido desde el principio (desde mi
infancia) un interés en la cultura y el conocimiento. Leer a Erich Fromm, uno
de los grandes representantes del psicoanálisis (que a mí me fascina) y uno de
muchos buenos judíos (en una época en la que un criminal estado sionista
difunde el antisemitismo), tiene como objetivo aprender; además, colocaré esa
traducción con imágenes del texto original en forma de blog, para postear en
una red social sobre empleo y trabajo independiente (free lance en inglés, godín en
el idioma que se habla en mi país) como muestra de mi trabajo. Me convertí en
traductor inglés-español como autodidacta, y a ese respecto puedo decir que lo
más valioso que he aprendido en mi historia de vida lo he adquirido así,
educándome a mí mismo (self taught,
dicen en inglés).
Mi madre octogenaria ha estado ausente durante más de
cuatro meses, yo he permanecido en una vivienda de cuatro habitaciones, dos
pisos, en soledad excepto por mi mascota, una linda perrita que ayer jueves 19
de noviembre cumplió nueve años de edad y llegó a mi vida un sábado 1 de abril
de 2017, con cuatro meses de edad.
La ausencia de mi madre ha sido algo afortunado. Muy a
mi pesar, he llegado a reconocer que he vivido odiándola. En nueve días más dos
semanas se cumplirán 18 años de la muerte de mi padre, un narcisista maligno,
un psicópata. Ha sido natural e inevitable (de hecho, benéfico) odiar a un
sádico torturador despiadado. Antes de continuar, debo decir por qué fue bueno
odiar a ese hijo de puta. Mi presencia, el puro hecho de que yo existiera,
despertaba en ese individuo una furia de intensidad homicida. Siendo yo un
adolescente, o durante mi temprana juventud, el monstruo me miraba con una
hostilidad que jamás intentó disimular, y vaticinaba que yo iba a convertirme
en un adicto a alguna droga legal o de otro tipo, entiéndase alcohol y/o
tabaco, o… parece innecesario decir más. También profetizaba que en un futuro
no muy lejano mi anatomía sería la del típico habitante de mi país (y ahora de
la mayor parte del mundo), deforme por sobrepeso u obesidad, un individuo del
sexo masculino con abundante tejido adiposo sobre los músculos pectorales (no
desarrollados) —es decir tetas—, adiposidad en el abdomen y alrededor y por
arriba de la cintura (llamada coloquialmente “llanta”), musculatura de un
individuo sedentario, que no vive con buenos hábitos de higiene, no consume bebidas
y alimentos sanos y en lugar de ello ingiere alimentos y bebidas carentes de
nutrientes y tóxicos, venenosos. Así, proyecta una imagen típica de la decadencia
que se ha acelerado –parecería distópica o incluso apocalíptica.
Odiar a ese narcisista maligno que era mi padre me dio
la energía y la determinación para hacer lo necesario para evitar que se
cumplieran sus profecías, sus vaticinios, y lo conseguí. En la séptima década
de mi vida, proyecto una imagen (me refiero a mi anatomía) poco común incluso
entre hombres que tienen la mitad de mi edad, y el funcionamiento de mi
organismo es óptimo.
Sin embargo, el resentimiento constituye una pesada
carga y necesito deshacerme de ese odio que siento contra un monstruo que falleció
hace cerca de 18 años. Aún más importante es dejar de odiar a mi madre. Ella
vivió con una afectación de tal magnitud que dio lugar a una disfuncionalidad
que parecería de una enferma psicótica, tal vez esquizofrénica. Sus padres la
violentaron prácticamente desde el instante en que ella llegó al mundo, se fue
de casa siendo una adolescente, se casó con un psicópata (sin saberlo, por
supuesto) y regresó al hogar de su familia de origen a congraciarse con sus
padres y hermanos. El resto es historia, pero ahí está el origen de una
destructividad que ella no pudo evitar y así formó una simbiosis sadomasoquista
con el monstruo con el que se unió en matrimonio y con el que tuvo cuatro
hijos, de los cuales yo fui el único hijo varón.
Una diferencia fundamental entre el daño que hicieron
mis padres.
-Mi madre no pudo entender, no pudo evitarlo
-Mi padre no quiso entender, no quiso evitarlo
Curiosamente, ese capítulo del libro de Duane Schultz,
Theories of Personality, correspondiente a Erich Fromm, menciona un capítulo de
El Miedo a la Libertad que se titula Mecanismos
de Evasión y define en primer lugar el autoritarismo, que se compone de
sadismo y masoquismo. Leyendo a Fromm he aprendido a identificar rasgos
destructivos en personas con las que me he topado en mi acontecer, pese a que
soy un solitario. En El Corazón del Hombre, Fromm menciona el narcisismo
(patológico) individual y de grupo, la necrofilia (amor a la muerte) y los
vínculos incestuosos como una combinación a la que él llama “síndrome de
decadencia”.
Estudiar, aprender, enriquece mi vida y me permite
descubrir la verdad. Siento que estoy cerca de ello y cuando suceda, habré
sanado. La patología que desarrollé hace no menos de cuatro décadas —un
trastorno de personalidad, muy grave, causado por la tortura psicológica de que
fui objeto— pudo haberme costado la vida, o como mínimo pudo haberme arruinado.
Algo hice bien. No es demasiado tarde, todavía estoy
aquí (en este mundo) y en mejores condiciones que muchos individuos que me han
juzgado (sin tener ningún derecho y sin elementos) y eso hace de mí un triunfador,
no únicamente un sobreviviente.
¿Debo disculparme si eso suena a egolatría,
narcisismo? No sé, pero no me preocuparé más por ello. Una determinación que he
tomado muy recientemente es dejar de dar explicaciones. Como quiera que sea,
soy un hombre mundialmente desconocido y estudiando el legado de grandes personajes
de la historia (como Erich Fromm) he aprendido que desarrollando mis
potencialidades puedo trascender, encontrarle sentido a la vida, igual que
cualquier otro ser humano.
Agradezco a quien haga el favor de leer lo que escribo

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