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Introducción al libro Profit Over People, Noam Chomsky, neoliberalismo. Cuarta parte

 


Incluso en las democracias deterioradas existentes, la comunidad corporativa trabaja incesantemente para que asuntos importantes como el Acuerdo Multilateral sobre Inversiones (AMI) jamás sean debatidos públicamente. Y la comunidad de negocios gasta una fortuna financiando un aparato de relaciones públicas para convencer a los estadounidenses de que este es el mejor de todos los mundos. El tiempo para preocuparse por la posibilidad de cambio social para bien, de acuerdo con esta lógica, se dará cuando la comunidad corporativa abandone las relaciones públicas y deje de comprar las elecciones, permita la existencia de medios de comunicación representativos, y establezca una democracia participativa genuinamente igualitaria porque ha dejado de temer a las mayorías. Pero no hay razón para creer que eso sucederá.



El mensaje más contundente del neoliberalismo es que no hay alternativa al status quo, y que la humanidad ha alcanzado su nivel más alto. Chomsky señala que ha habido otros periodos designados como el “fin de la historia” en el pasado. En las décadas de los años 1920s y 1950s, por ejemplo, las élites de los Estados Unidos declararon que el sistema funcionaba y que una calma entre las masas reflejaba una satisfacción con el estatus quo muy difundida. Sucesos posteriores cercanos en el tiempo pusieron de manifiesto la estulticia de esas creencias. Sospecho que tan pronto registren las fuerzas democráticas algunas victorias tangibles, la sangre regresará a sus venas, y el discurso sobre la imposibilidad de que las cosas cambien para bien seguirá la misma trayectoria que todas las fantasías de las élites del pasado, que profetizaban que su dominio duraría un milenio.

La idea de que no existe una alternativa superior al status quo es más descabellada en la actualidad de lo que jamás fue, en esta era en que existen tecnologías asombrosas que mejoran la condición humana. Es cierto que sigue sin clarificarse el modo como puede establecerse un orden post-capitalista viable, libre y humano, y la noción lleva consigo un rasgo utópico. Pero cada progreso en la historia, desde terminar con la esclavitud y establecer una democracia, hasta poner fin al colonialismo formal, tuvo que derrotar la idea de que era imposible de lograr porque nunca antes se había conseguido. Y como Chomsky se apresura a señalar, el activismo político organizado es responsable del grado de democracia que hoy tenemos, respecto a sufragio universal adulto, derechos de la mujer, uniones de comercio, derechos civiles, las libertades con que contamos. Aún si la noción de una sociedad post-capitalista parece imposible de lograr, sabemos que la actividad política humana puede hacer al mundo en que vivimos considerablemente más humano. Y mientras llegamos a ese punto, tal vez seamos capaces de pensar en términos de construir una economía política basada en principios de cooperación, igualdad, autogobierno y libertad individual.

Hasta entonces, la lucha por el cambio social no es un asunto hipotético. El orden neoliberal actual ha generado enormes crisis políticas y económicas desde Asia hasta Europa oriental y América Latina. La calidad de vida en naciones desarrolladas de Europa, Japón, y América del Norte es frágil y las sociedades se encuentran sumidas en una turbulencia considerable. Se prevé intensa agitación durante los próximos años y décadas. Existe considerable duda sobre el resultado de tal agitación, y escasa razón para pensar que conducirá automáticamente a una resolución democrática y humana. Eso será determinado por el modo como nosotros, la población, nos organicemos, respondamos, y procedamos. Como dice Chomsky, si nos conducimos como si no hubiera posibilidad de que las cosas cambien para bien, garantizamos que las cosas no cambien para bien. La elección es nuestra, la elección es tuya.

Robert W. McChesney

Madison, Wisconsin

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