El
ejemplo más reciente es México. Fue valorado como un estudiante destacado de
las reglas del consenso Washington y presentado como un modelo a seguir para
otras naciones —mientras se colapsaban los salarios, la pobreza crecía casi al
mismo ritmo que el número de magnates, ingresaba el capital extranjero (en su
mayor parte especulativo, o para la explotación del trabajo barato mantenido
bajo control por la brutal “democracia”.
También
resulta familiar el colapso del castillo de naipes en diciembre de 1994. En la
actualidad, la mitad de la población no puede obtener el requerimiento mínimo
de alimento, mientras el hombre que controla el mercado del maíz permanece en
la lista de magnates de México, una categoría en la que el país destaca.
Cambios
en el orden global han hecho posible que se aplique una versión del Consenso
Washington en casa. Para la mayor parte de la población estadounidense, el
ingreso se ha estancado o ha declinado durante quince años junto con las
condiciones laborales y la seguridad del empleo, continuando a la par de una
recuperación económica, un fenómeno sin precedentes. La desigualdad ha
alcanzado niveles desconocidos durante setenta años, muy por encima de otras
naciones industrializadas, seguida por el resto del mundo de habla inglesa. Así
continúa el registro a lo largo de la bien conocida lista de padecimientos
tercermundistas. Mientras tanto, la prensa de negocios no encuentra adjetivos
lo suficientemente exuberantes para describir el “deslumbrante” y “estupendo”
crecimiento del lucro, si bien se reconoce que los acaudalados también
enfrentan problemas: un encabezado en Business
Week reza: “El problema hoy: Qué hacer con tanta liquidez”, mientras “lucro
al alza”, está “atestando los cofres de la Corporación Estadounidense” y los dividendos
crecen sin medida.
El
lucro sigue siendo “espectacular” aunque las cifras de mediados de 1996, con
“notable” crecimiento de utilidades para las corporaciones más grandes, aunque
hay “un rubro en el que las compañías globales no están gastando mucho:
nómina”, añade sin aspavientos la publicación mundial mensual líder. La
excepción incluye a compañías que tuvieron un “año fabuloso” con “utilidades
aumentando sin medida” mientras reducían la fuerza de trabajo, cambiando a un
esquema de trabajadores que no cuentan con beneficios o seguridad social, y por
lo demás, se comportaron tal como sería de esperar, con la clara sumisión del
trabajo durante 15 años”, tomando otra frase de la prensa de negocios.
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