Al comenzar este
año 2024, se me ocurrió que podía continuar ejercitándome en mi bicicleta de
ruta, pero ahora usando una que compré en noviembre del año 2000, es decir,
hace 23 años, en que contaba con 36 años de edad.
Había usado una
bicicleta marca Cannondale desde 1993, que compré usado a un conocido (en aquel
entonces lo consideraba amigo), cuadro de aluminio que después se rompió por
fatiga del metal. En ese año 2000, mi madre contaba con 58 años de edad, pero
su deterioro físico era mucho mayor al que correspondería por la violencia a la
que la había sometido mi padre psicópata (intentando matarla, para despojarla
de su parte del patrimonio, habiéndose casado por régimen de bienes
mancomunados). La autora de mis días trabajaba en una tienda de conveniencia,
del que una de mis hermanas y su esposo padrote (prostituto, se había casado
para que su cónyuge lo mantuviera) eran comisionistas, en un horario de 7:00 a
13:00 horas seis días por semana, por una remuneración mínima.
Dos años antes, mi
madre me había asestado (haciendo equipo con mi padre psicópata) el golpe más
devastador de mi vida. Ahora tenía al menos una cierta conciencia de ello y se
sentía culpable. Se enteró de que resultaba difícil practicar mi deporte, por
el deterioro de mi bicicleta, y se propuso obsequiarme un cuadro nuevo. Ese mes
de noviembre del año 2000, ella se comunicó conmigo y me pidió que acudiera a
esa tienda de conveniencia a recoger el dinero para adquirir ese nuevo cuadro
de aluminio. Entonces resurgió el amor que sentía por ella, pero aunque suene
contradictorio, el resentimiento y el odio permanecieron porque lo que había
hecho dos años antes, me había sumido en una desesperación que daba lugar a
ideación suicida y en una depresión y una desesperanza que no era capaz de
superar.
Ese cuadro nuevo,
al que se colocaron los componentes del que deseché entonces (Cannondale), era
hecho en mi país, marca Alu Bike, muy pesado, lo cual no parecía importar mucho,
pues yo había abandonado la competición años antes y seguir practicando mi
deporte tenía como objetivo mantenerme físicamente apto, con los beneficios a
la salud que ello implica.
Usé esa bicicleta
durante los años que siguieron, pero pasé por periodos de pobreza que
involucraron vivir con hambre. Mi incapacidad para llevar una vida productiva
hacía que siguiera dependiendo de ese padre psicópata, sádico, al que le
deleitaba provocarme un sufrimiento psíquico tremendo al verme una y otra vez
en una situación en que carecía de alimento, periodos que duraban varios días y
al dolor físico y psíquico que involucraba el hambre, se sumaba el provocado
por vivir señalado y estigmatizado como un individuo adulto improductivo,
dependiente, mantenido. Durante muchos años me había esforzado estudiando como
autodidacta para superar mis gravísimas deficiencias académicas, regresar a la
universidad y concluir mis estudios (mi licenciatura en ingeniería electrónica)
y trabajar y llevar una vida productiva. Pero eso no fue posible,
principalmente por la patología tan grave que padecía de la que tres médicos
psiquiatras no me informaron, para que me deslizara hacia mi autodestrucción.
Ese obsequio de mi
madre me proporcionó una gran alegría y alivió mi sufrimiento, por lo menos en
cierta medida. Lo usé a partir de entonces, pero como decía en el párrafo
anterior, durante largos periodos de tiempo abandoné la práctica de ese deporte
—el ciclismo de ruta— porque viviendo en pobreza severa, no podía procurarme
las calorías necesarias para el gasto calórico que ello involucra.
A finales de abril
de 2015 (de hecho, el día que cumplí 51 años de edad) ingresé a un empleo con
una remuneración digna, como traductor inglés-español en una empresa fabricante
de productos farmacéuticos (genéricos intercambiables) y entonces comencé a
gozar de una situación económica desahogada. Un año antes había retomado mi
actividad deportiva y el último sábado de octubre de 2016, con un año y medio
de antigüedad en mi empleo, compré otra bicicleta, cuadro de aluminio, marca
Cannondale a un amigo que es hijo del hombre que me vendió la primera bicicleta
de esa marca, Cannondale, 23 años y medio antes.
A partir de
entonces, la bicicleta Alu Bike, muy pesada, quedó en desuso. Comencé a usarla
esporádicamente en 2021, cuando me quedaba poco tiempo en esa empresa
farmacéutica, alternando su uso con la bicicleta Cannondale, pero el uso de
esta última siguió siendo mucho más frecuente. De hecho, en mi mente asociaba
el avance en el kilometraje (función odómetro,
distancia total, en el dispositivo electrónico, cyclo-computer) con mi destino en lo laboral y otras áreas de mi
vida.
Cuando se consumó
esa enorme injusticia, fui despedido de mi empleo por hacer lo que tenía
derecho a hacer, lo conducente para que mi agresor fuera castigado por sus
actos de acoso laboral, intensifiqué mis esfuerzos físicos en la práctica de mi
deporte, como si seguir alcanzando cifras múltiplos de mil kilómetros me
llevaría a superar la adversidad y destruir a mis antagonistas. Retomé entonces
el uso de la bicicleta más nueva y ligera, Cannondale, y deje de usar una vez
más la bicicleta que mi madre me había obsequiado 21 años antes, Alu Bike.
Como decía al
principio de esta entrada, al comenzar este año 2024, sentí que debía volver a
usar esa bicicleta muy pesada que mi madre me regaló al inicio de este nuevo
siglo. Además del peso de este velocípedo, le había colocado llantas imponchables marca Maxxis, modelo
Refuse, que presentan una resistencia muy alta al rodamiento, fricción. Las
distancias recorridas durante los días transcurridos de este primer mes de este
nuevo año han sido mucho menores a las acostumbradas, igual que el promedio de
velocidad (en kilómetros por hora). Las razones de esto deben ser obvias.
Al internalizar el
hecho de que mi madre no me hizo menos daño que mi padre psicópata, casi desde
que llegué a este mundo (tal vez me hizo incluso más daño que ese hijo de
puta), pero no tenía conciencia de lo que hacía (ella vivía como si fuera una
enferma psicótica, su percepción de la realidad parecía incomprensible) y por
lo tanto no podría haberlo evitado de ninguna manera, empiezo a dejar de
odiarla y parece posible comenzar a perdonarla.
La tarde de ayer
sábado 13 de enero, me dispuse a entrenar sobre rodillos, usando esa bicicleta
Alu Bike. Después de unos minutos de pedaleo, decidí salir a recorrer un
circuito cercano a mi vivienda, que involucra pendientes muy pronunciadas y en
consecuencia, el esfuerzo físico sería considerable. Sentí una energía
sorprendente y la potencia de mis piernas (considerable), y que mi imagen era
la de un hombre delgado pero fuerte y en condiciones óptimas.
Comentarios
Publicar un comentario