La negatividad es también otro de mis rasgos, pero me
parece que se trata de algo más bien justificado, podría ser más que otra cosa,
una postura realista ante muchos fenómenos del mundo en que vivo. Lo mismo
sucede con la suspicacia, que a decir verdad, no parece dañina y en cambio
puede resultar muy útil para evitar ser víctima de engaños y fraudes; en el
mejor de los casos, de decepciones que pueden ser evitadas.
Según esa descripción de neurosis tomada de Simple
English Wikipedia, en el trato con otras personas, la neurosis puede
incluir dependencia, agresividad, aislamiento esquizoide, comportamientos
socioculturalmente inapropiados, etc.
En el pasado, mostré dependencia excesiva de personas
con quienes intenté desarrollar relaciones voluntarias, esto es, amistad,
relación de pareja, etc. Habiendo madurado, esto ha cambiado. Respecto a
agresividad, he aprendido a manejar la frustración, a ignorar (por lo menos en
cierta medida) la provocación proveniente de individuos cobardes e impotentes.
Algo que definitivamente sí muestro es perfeccionismo, pero prefiero eso a una
forma de adaptación negativa que a mi manera de ver consiste en minimizar todo
lo que está mal y aceptar lo inaceptable.
Para ilustrar lo que quiero decir con esto último, al
mirar noticiarios televisivos (algo que no hago casi nunca) encuentro entre
otras características negativas, inaceptables, que los reporteros parecen
hallarse por debajo de la línea del analfabetismo. Dicen con una frecuencia
abrumadora frases como: (refiriéndose a delincuentes) que “lograron ser
detenidos”; que un automóvil “participó en la comisión de un delito”; “cinco
personas y un policía”; “seis vehículos y dos motocicletas”; “material flamable”,
y todo tipo de expresiones aberrantes que reflejan un nivel intelectual social
que podría calificarse como paupérrimo.
Un mexicano ejemplar, Carlos Monsiváis, llamaba a la
educación en mi país, “la catástrofe silenciosa”.
Mi intención es usar este conocimiento recién
adquirido, esta conciencia, este insight (en ocasiones epifanía) para
recuperarme y vivir en plenitud, pero hay aspectos que no tengo intenciones de
suprimir del todo. Ese “perfeccionismo” es uno de ellos.
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