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Síntomas de mi neurosis, primera parte

 

Comenzando con los síntomas de la neurosis, en el orden mencionado párrafos atrás, diré que la ansiedad no parece haber sido severa, por lo menos en lo general. La tristeza ha resultado tan dolorosa, que pudo haber sido opacada por la irritabilidad (que con mucha frecuencia se manifiesta como una furia intensa). Supongo que ha sucedido esto porque siendo un individuo del género masculino, se me educó con la máxima los hombres no lloran. Por ello, manifestar la tristeza de una manera obvia, mediante el llanto, me habría puesto en una situación de vulnerabilidad mayor a la habitual, se me habría tachado de mariquita (afeminado), y por ello, inconscientemente, opté por enfurecerme y en ciertas ocasiones, manifestar ese sentimiento mediante violencia verbal, en ocasiones como violencia física. Todo ello fue usado por antagonistas de forma perversa para describirme como un individuo violento, potencialmente peligroso.

Otra característica es la baja autoestima. Es fácil comprender la razón de ello. Pese a haber sido identificado por miembros de mi familia nuclear y extendida (padres, tíos, abuelos, etc.,) como un niño inteligente, porque desde una edad muy temprana me expresaba oralmente con mucha claridad, y mis raciocinios eran poco comunes en un infante, y pese a haber aprendido a leer y escribir mucho antes que todos mis compañeros durante el primer año de la enseñanza básica, mi desempeño escolar fue siempre muy deficiente. Contaba con un cociente intelectual alto, pero mi rendimiento académico hacía parecer lo contrario, que era un niño con un IQ que apenas superaba el límite inferior, apenas libraba la deficiencia mental. Esta situación se prolongó a lo largo de toda mi infancia, adolescencia y temprana edad adulta (juventud).

Por añadidura, nací con un ojo (el izquierdo) que parecía servir para muy poco. Cuento con visión periférica de un 35 por ciento, no puedo enfocar, y eso equivalió en buena medida a contar con visión en un solo ojo; el derecho, por supuesto. Esto se combinó con una torpeza de movimientos y problemas de coordinación muy severos, que hicieron de mí un niño con deficiencias graves, con un rendimiento pobre en actividades deportivas, lo cual combinado con mi deficiente desempeño académico y problemas de mala conducta, hizo de mí un niño indeseable. La violencia que mis padres ejercían —desatención por parte de mi madre; maltrato (violencia verbal y en menor medida física) por parte de mi padre— dificultó mi situación todavía más, y mi sentimiento de autovalía no se desarrolló, o se destruyó de manera natural.

No podría decir si presento evitación fóbica, parece probable que así sea. Hay tareas que dejo para después, indefinidamente. Me parece que esto es descrito mediante un término recién acuñado en mi idioma, procastinación.

Mis carencias en mi desempeño académico (pese a un evidente nivel intelectual alto), mi pobre desempeño en mi participación en deportes de equipo, mi debilidad física (que no era extrema, pero sí resultaba evidente) y mis problemas de conducta (era el típico “niño problema) dieron como resultado esa baja autoestima mencionada anteriormente, e hicieron de mí un niño/adolescente muy vulnerable a violencia proveniente de mis padres, maestros, compañeros de las instituciones educativas donde cursé mis estudios, etc. Ahí se gestó una tendencia a estar demasiado al pendiente de las actitudes y posturas hostiles de otras personas (híper vigilancia).

No sé si presenté rasgos como actos de obsesión y compulsión, tal vez no; aunque sí letargo.

Lo que sí ha estado muy presente desde mi infancia, y se ha intensificado con el paso del tiempo (durante la edad adulta, y en la madurez) ha sido la presencia de pensamientos desagradables e inquietantes. Estos tienen su origen en miles de recuerdos de diferentes manifestaciones de hostilidad/agresión perpetrados por muchas personas a lo largo de toda mi vida, pero el asunto se complica aún más porque en mi mente, visualizo situaciones muy desagradables, muy frustrantes, que en realidad nunca sucedieron, o cuando sí sucedieron, se dieron de otra forma —problemática, adversa, pero no en la medida en la que la visualizo en mi mente, si bien, tengo presente en todo momento que eso en realidad nunca sucedió. Parece innecesario mencionar que todo esto es obsesión, pero en mi caso, no es esa su única manifestación.





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