Atención psicológica vía telefónica, tremendo deterioro

 


El pasado jueves 14 de septiembre fue un día difícil. Había sentido que había conseguido grandes avances en lo referente a mi recuperación, pero ese día parecí sufrir una recaída.

Intenté hacer uso de algún servicio de atención psicológica vía telefónica, y me topé con una situación indeseable, cada vez más frecuente. La persona que respondió se puso a sabotear la comunicación. Puesto que se trata de una desconocida (siempre del sexo femenino, evito hablar con hombres) tengo que decirle quién soy, y para que se entienda el origen de mi malestar, hace falta que le informe que mi vida ha estado plagada de violencia, que mi padre era un psicópata que me violentó de todas las formas posibles durante 43 años, que mi madre vivió como una enferma psicótica (como si estuviera loca de remate), etc.

La psicóloga que me responde la llamada (sucedió en un servicio telefónico de la Sría. de Salud de Guanajuato) me interrumpe, no me deja hablar, me hace una pregunta y no me permite responder. No es capaz de entender que yo no recibo órdenes de ella y no tengo que responder a sus interrogatorios, no tengo por qué justificar por qué razón hice o dejé de hacer algo, etc. La frustración que me provoca esto da lugar a una furia difícil de controlar y entonces le digo a la tipa en cuestión que debía irse a laborar a un burdel de mala muerte, que ella no está para sabotear la llamada, que es funcionario público, está incurriendo en incumplimiento de funciones, haciendo exactamente lo contrario a lo que debería. Termino llamándole “puta”, algo que sé que no está bien, pero, dadas las circunstancias, no resulta del todo incorrecto.

Eso sucedió en la Secretaría de Salud de Guanajuato (número de teléfono 800 29 000 24).

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